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martes, 4 de junio de 2019

2019 Historia de Matalas


Muero sin arrepentimiento porque he dado la vida                por Zuberoa                            


En 1620 de derogaron los fueros de Xiberua y su autonomía fue mermada considerablemente. Como consecuencia paso a ser considerada parte de Pau primero y luego de Burdeos.

Perder los fueros abría nuevas oportunidades para los señoritos y en general para todo tipo de burguesías y clases privilegiadas. Arnaud-Jean de Peyré, Conde de Iruri y Trèville, es un claro ejemplo de ello. Pudo comprar las tierras comunales y todos los castillos hasta llegar a hacerse propietario de la mayor parte de las tierras. A partir de entonces, subió los impuestos, se apropió de las cosechas y castigó a toda aquella persona que se le enfrentase. Se convirtió en rey y señor de Xiberua y así se comportaba. Hay que recordar que el paso de las tierras comunales a manos privadas es la espita del capitalismo que conocemos a día de hoy. Xiberua es el ejemplo más claro de ello en Euskal Herria.






Ante esta situación el pueblo de Xiberua se levantó. A la cabeza un cura de sobrenombre Matalatz. Del otro lado, la jerarquía católica, la nobleza y la burguesía de Maule. En un principio unas 3.000-4.000 personas se adherieron al alzamiento. Con el tiempo llegaron a 7.000. Su gritó de guerra: «Herria! Herria!» ("El Pueblo!! El Pueblo!!)

Para detener alzamiento el 12 de octubre tuvo que venir el ejército de Burdeos. Murieron unos 400 rebeldes. El resto huyó a Nafarroa. Matalatz y algunos otros pudieron huir, pero finalmente fueron detenidos y llevados al castillo de Maule. Allí fueron juzgados y asesinados.

A Bernard Goyheneche, Matalatz, le decapitaron el 8 de noviembre de 1661 en la plaza de Lextarre. La cabeza estuvo colgada en la puerta del castillo de Maule hasta la nochevieja de ese año cuando un grupo de sus compañeros la rescató.

Las palabras que dijo antes de ser decapitado han perdurado hasta nuestro días:



«Muero sin arrepentimiento porque he dado la vida por Ziberua. Tal vez, algún día se levanten los verdaderos zuberotarrak, los verdaderos vascos, para expulsar a los tiranos extranjeros.»




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