El día 28 de agosto de 1809 que fue quemada la villa de BurguI por los franceses. Sucedió en plena guerra dela Independencia. Nuestros padres y abuelos aún recordaban este aciago día, uno de los más tristes de la historia de nuestro pueblo, en una sencilla copla popular:
El día San Agustín
¡qué día tan desgraciado!
toda la villa de Burgi
los gabachos la quemaron.
Situémonos
en 1808, año en que tiene lugar la ocupación de España por las tropas
napoleónicas. Ese mismo año se sucede en toda España una cadena de
sublevaciones populares contra el invasor. También en nuestro valle de Roncal,
que es de la que aquí se trata.
Renovales, los Gambra y otros cabecillas del valle Roncal, Salazar
y Ansó formaron, con los voluntarios de estas tierras, un pequeño ejército,
pobre en armamento, pero valiente y disciplinado.
Los
franceses prepararon un ejército numeroso y bien pertrechado, al que se unirían
en su avance otros contingentes de Pamplona y Jaca. Al fin, el comandante en
Jefe de la plaza de Zaragoza, Plicque, partió de esta ciudad hacia el Pirineo
el 21 de agosto de 1809 con 5.000 hombres.
La columna con dirección al
Roncal intentó atravesar la foz de Burgui-Salvatierra, pero, gracias a lo
escarpado del terreno –los roncaleses lanzarían grandes piedras rodando hacia
el camino real-, fueron rechazados por tres veces. Entonces el mando francés
decidió tomar un rumbo más seguro, aunque tuvieran que dar un rodeo. Las tropas
napoleónicas se dirigieron hacia la Virgen de la Peña y Sasi. Los sublevados no
pudieron resistir el avance francés, por lo que las tropas de Plicque bajaron
hasta Burgui, dispuestas a dar un terrible escarmiento.
Antes que nada, se permitió
a los soldados el saqueo, algo muy común en las guerras de entonces. Aunque los
burguiarres, enterados del avance de los franceses, habrían tratado de llevarse
lo más valioso, tuvieron que dejar en el pueblo ropas, alimentos, grano (trigo,
cebada), hasta objetos de la iglesia que no pudieron salvarse… Los soldados
cogieron de las casas todo lo que tenía algún valor, y, acto seguido,
prendieron fuego a todos los edificios.
El pueblo ardió por los
cuatro costados: casas, molino, ayuntamiento, iglesias, todo. Aún verano, con
casas con su interior de madera, con paja recogida hacía poco, todo contribuyó
a que pronto se formara una hoguera de inmensas proporciones. Como escribe B.
Estornés Lasa: Algunos ancianos y
enfermos que no se pudieron salvar fueron entonces víctimas inocentes… todo el
pueblo quedó en un momento reducido a cenizas, sin que un solo edificio fuese
salvado del incendio devorador. En efecto, consta que, aparte
de los destrozos materiales, murieron abrasados un sacerdote y varios vecinos
muy enfermos.
A Burgui, que no se había
significado, como otros pueblos roncaleses, en la rebelión le tocó pagarla con
sus vidas y haciendas. ¿Y qué fue de las tropas de Renovales? Que recularon
para intentar cortar el paso a los franceses en La Bochuela. Pero los galos,
tras la amarga experiencia de la foz de Burgui, ya no cayeron en la trampa de
pasar por el camino que bordea el Esca. Las tropas de Renovales tuvieron que
enfrentarse a los franceses arriba, en las altiplanicies de Odieta o
Mendibelza. Allí los roncaleses fueron vencidos y Renovales se vio obligado a
capitular.
El
incendio fue devastador. Burgui perdió una parte muy importante de su
población, casi la mitad, porque muchos, sin casa ni pertenencias, se vieron
obligados a emigrar huyendo del hambre y la miseria. Con la salida de la gente
se abandonaron muchos terrenos de cultivo por no haber brazos para trabajarlos,
se malvendieron muchos ganados. Los burguiarres no tenían ahora ni siquiera
molino, y el ayuntamiento se vio obligado a celebrar sus juntas a la
intemperie, junto a la iglesia, por haber ardido la casa consistorial.
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