Gurs se construyó entre
marzo y abril de 1939 para aliviar la sobrepoblación de la playa de Argèles.
Fue el mayor de los “campos de internamiento administrativo” —como
eufemísticamente los denominaba la jerga burocrática francesa— destinados a
contener a los españoles. Cercado por una doble red de alambre de espino, medía
casi dos kilómetros de largo y estaba dividido en 13 islotes, cada uno de ellos
con 25 barracones de madera: todos iguales, de 6 metros por 30, alojaban a 60
presos cada uno.
No había en los barracones ningún equipamiento: ni camas, ni
estanterías; los presos dormían en el suelo. Cada islote tenía cocinas y
letrinas comunes. El suelo era de tierra y con la lluvia, siempre copiosa, se
transformaba en un pantano: “En cuanto salíamos del barracón, nos hundíamos en
un suelo esponjoso hasta los tobillos”, recordaba un superviviente. Gurs podía
retener a unas 20.000 personas: era el núcleo más poblado de la región tras Pau
y Bayona. Por él pasaron más de 25.000 españoles y brigadistas internacionales
que lucharon en España. Cerca de una treintena perdieron allí la vida y hoy
reposan en su cementerio.
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