Oroimen triste bat.
Un homenaje a nuestros invasores
El 15 de agosto del año 778, Roldan, lugarteniente y sobrino de Carlomagno, muere en una emboscada de los vascones contra la retaguardia del ejército carolingio a su vuelta del sitio de Zaragoza, tras haber destruido Pamplona. No es de extrañar que los juglares franceses, de ayer y de hoy, canten la muerte de “su” caballero Roldán. Tampoco lo es que conviertan a los vascones en cientos de miles de musulmanes para justificar tamaña derrota militar y, de paso, exaltar la religiosidad de la muerte del héroe franco y los ideales de las Cruzadas, de ayer y de hoy, contra el Islam. Sólo hay un “pero”, aunque este sea mayúsculo, pues resulta que son los descendientes de aquellos vascones quienes han levantado el monumento en recuerdo del invasor. ¿Dónde se ha visto tamaña locura?
Si bien es cierto que fue la administración franquista quien ordenó hacerlo, no lo es menos que ha pasado desapercibido durante muchísimo tiempo y, lo que es más grave, que las gentes del lugar siguen sin dolerse al mirarse, cada 15 de agosto, en el espejo de su historia. Un dolor que, al menos, quedó mitigado cuando, una noche del año 2005, una anónima brisa de la montaña, a son de matxinada, se llevó consigo las armas que se alzaban con altanería contra sus habitantes.
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