Nafarroaren konkistaren hasiera
21 de julio de 1512
El duque de Alba invade Navarra
l21 de julio de 1512 culminó, por fin, la infame política
practicada contra Navarra por Castilla y Aragón, cuajada de una larga serie de
agresiones que habían ido laminando el reino pirenaico desde hacía no menos
de cuatro siglos. Fadrique Álvarez de Toledo, II Duque de Alba, rompió aquel
día la frontera de Navarra por Goizueta y Ziordia con un imponente ejército
de 12.000 hombres, curtido en las campañas de Italia y África.
Quien le enviaba,
Fernando el Católico, había retorcido durante años la legalidad hasta
niveles de sonrojo, combinando la amenaza militar directa en las fronteras con
las presiones diplomáticas y los manejos ante el Vaticano y ante el rey de
Inglaterra, con el único objetivo de acabar con la independencia del milenario
reino pirenaico. Y por fin consideraba que la fruta estaba madura. Los reyes
Juan de Albret, Juan III de Navarra, y Catalina I, que habían pacificado el
reino tras acabar con las guerras civiles, y que en opinión de José María
Lacarra habían dado muestras de energía y buen gobierno, veían así su
trabajo derribado de un solo golpe. El Falsario, que llevaba años conspirando
contra Navarra, no estaba dispuesto a consentir la existencia de un reino navarro
unido y pacificado, que comenzaba a levantar el vuelo tras décadas de
inestabilidad, y decidió quitarse de una vez por todas la careta, optando por
la vía militar.
Desde el bando navarro
se exploraron diferentes posibilidades de defensa, como la llevada a cabo por
Johan Remíriz de Baquedano, en Ataun, y fijando algunos puntos de defensa en
lugares como Uharte-Arakil. Los roncaleses, la élite del minúsculo ejército
navarro, llegaron incluso a tenderles una emboscada en el desfiladero de Oskia,
pero todo fue inútil. La realidad era que no había en Navarra fuerza capaz de
hacer frente a semejante ejército, que desplegaba sus coronelías a lo largo
de 12 kilómetros.
El 25 de julio se
produjo la entrada triunfal del duque de Alba en Pamplona, operada por la
puerta de San Lorenzo al son de trompetas y timbales. Antes, los representantes
de la ciudad habían intentado una desesperada negociación, pero la respuesta
del duque de Alba, recogida por el cronista español Luis de Correa, que
sirvió como soldado del duque de Alba, no dejaba lugar a dudas:
«prometiéndoles que, si la obediencia no traían, la ciudad sería metida a
saco con gran crueldad». Esta, y no otra, es la verdad de esa «feliz unión»
que los falsarios de la historia pretenden aún vendernos.
Armak erabiliz konkitatu giztuzten eta 1512.urtetik aurrera Gaztelaren menpean egon ginen.
Armak erabiliz konkitatu giztuzten eta 1512.urtetik aurrera Gaztelaren menpean egon ginen.
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